jueves, 17 de enero de 2013

Sam.

Me acuerdo que Sam fue la primera persona que me dijo que me dedicara a escribir. Poca gente me lee, ya que quiero que poca gente me lea, pero quiero que sepáis que fue gracias a Samuel por lo que empece a publicar lo que escribía  Me acuerdo que un día le enseñe algunos de mis textos y le explique todo lo que significaba para mi escribir y me dijo, "Hazlo, vive de ello, disfrútalo publícalo, enseña lo que sabes hacer porque ademas tienes la suerte de que también es lo que te gusta". Estuvo semanas detrás mía para que me hiciera un blog y la verdad era algo que no me disgustaba del todo, pero también implicaba abrir las puertas a que a la gente le fuera mas fácil destruirme. Da igual, al final lo consiguió  y bueno el producto está aquí. Todavía me acuerdo de lo que me dijo cuando publique mi primera entrada, "Cuando publiques tu primer libro mas te vale que me lo dediques" y de vez en cuando me suelta algún "Sigo esperando mi dedicatoria" que si, que son cosas tontas que diréis  ¿Para que nos cuenta todo esto? Pero me hace feliz recordarlo. Así es mi mejor amigo.
Y no os equivoquéis pensando que escribo esto para contárselo a él. Sam está cansado de leer mis textos, vayan o no referidos a él, pero me gusta escribir sobre lo que quiero.
Desde pequeña no he tenido nada duradero en mi vida, desde juguetes, pasando por falsas amistades hasta llegar a romances que no llegaban a nada. Que no llegan a nada. Parecía que cuando le decía a alguien que le quería y que no quería que se fueran de mi vida era cuando se desvanecían. Siempre pasaba algo. Siempre pasa algo.
Por eso vivía a la defensiva y para que engañarnos, sigo viviendo así  No dejaba que nadie me conociese del todo, tampoco me importaba mucho conocer a las personas ya que sabía que tarde o tempano me acabarían fallando, por lo tanto no quería a nadie, nadie me quería. (O al menos no quería a nadie que fuese bueno para mi.) Y apareció Sam.
Conocí a Sam y todo dio un giro sin ni siquiera quererlo, si ni siquiera darme cuenta. Me acuerdo que yo no le había visto en mi vida, y si le había visto desde luego no me había fijado, no me sonaba de nada; pero una de las primeras tardes del verano de hace unos añines, le conocí.
Iba con personas que no se merecen que las mencione y me acuerdo que en lo primero que me fije fue en sus playeras, no se si gracias a mi obsesión con el calzado o lo que me ha inculcado mi abuelo durante toda mi vida. Tarde interesante aquella, para que negarlo. También recuerdo que yo guardaba un secreto que no conocía nadie, ni mi mejor amiga, ni mi hermano, ni si quiera se lo había contado al alcohol, y un día sucedió la magia; ese secreto que hacia meses que estaba dentro de mi pidiéndome salir, que me quemaba, que me hacia daño y ser una persona aun mas vulnerable, un día salio como si fuera vómito, por arte de magia. Ahí fue cuando me di cuenta que Sam y yo cuando estamos juntos creamos verdadera magia, somos mágicos de verdad.
Sin saber como ni por que lo compartí con mi Sami, y eso que de aquella no me llevaba tenía ni la décima amistad que tengo ahora con el, para mi era como un desconocido, y seguramente fue por eso por lo que salio todo de dentro de mi, porque cuando se necesita hablar no hay mejor que un "desconocido" para soltar todo. ¡Pero yo tenía mi muralla! Esa muralla de la que estaba tan orgullosa que no se movía por nada ni por nadie. Hasta que un día, lo hizo.
No me acuerdo como fue exactamente pero ahora puedo darme cuenta de que cuando le iba a hacer esa confesión con cada "advertencia" que le daba mi muralla se iba haciendo añicos, "No se lo que pensarás de mi", "Se que hice mal", "Te voy a dar asco, porque yo ahora mismo me lo doy..." pero la muralla se rompió y dejó entrar a ese desconocido con flequillo.
Y se lo conté  se lo conté todo, cada detalle, cada día desde que me lo callaba, cada pequeño matiz, y sorprendentemente no le importó, tan solo se preocupo por mi, porque hiciera meses que no me miraba al espejo por ese secreto, porque volviera a sonreír, porque lo superara y siguiera adelante. Y gracias a Sam lo hice.
Desde esa noche tras la pantalla con los ojos llenos de lagrimas todo fue a mas, mas confianza, mas cariño, y  casi hasta mas amor propio. Yo le contaba absolutamente todo a Sam y el a mi. La muralla se rompió para el y me enseñó que no tenia porque quitarla con los demás  tan solo hacerla un poco mas fácil de pasar. Ya no existía esa muralla entre nosotros, si no dos lazos, porque la vida es así, loca, impredecible, temeraria con sus lazos que nos unen y nos separan, que nos hacen olvidar y luego nos aprietan mas que nunca. Samuel también me ha hecho darme cuenta de que la vida nos pondrá montones de pruebas y obstáculos  desde la distancia, el no ver a una de las personas que mas quieres durante meses, todas esas personas que te intentaran separar de tus amigos, y que tras no conseguirlo se quedaran en el camino, o el obstáculo mas difícil de pasar, el tiempo. Pero todo se supera, todo pasa, porque luego miras hacia atrás y te das cuenta de que tu mejor amigo no ha podido darte ese abrazo que tanto necesitabas, pero ha estado al teléfono escuchando como llorabas y al final has colgado si, pero con una sonrisa en la cara.
Hoy me apetecía deciros que deseo con todo mi corazón que en algún momento de vuestra vida tengáis una amistad parecida a la que tengo la suerte de poder vivir yo con Sam, y digo parecida que no igual, porque somos únicos. En estos tiempos veloces en los que ya no se siente nada ni se tiene compasión por nada la palabra amistad se toma muy a la ligera cuando es una de las cosas mas bonitas e importantes que existen.
Hoy me apetecía contaros y presentaros una parte necesaria e infalible de mi vida y aquí está, aquí estamos Sam.

¡Salud y libertad!


Querer estar contigo sabiendo que sin ti estoy mejor.

Con cada vaso de licor que tomas acabas con cientos de células. Pero eso no importa mucho porque tenemos millones. Primero mueren las de la tristeza, así que estás sonriente. Luego mueren las del silencio y todo lo dices en voz alta, aunque no haya ninguna razón, pero eso no importa... No importa, porque después mueren las de la estupidez y hablas con inteligencia y tan sólo dices verdades. Y por último, las células de los recuerdos... Así que vamos a bebernos hasta la última gota de alcohol de este bar, por si todavía queda alguna célula que quiera recordarnos algo.

¡Salud y libertad!