Lo extraño de todo esto es que no se de que me sorprendo, siempre ha sido asi. Cuando más me gustaba un juguete se rompia o me lo quitaban, cuanto más queria a un amigo se alejaba de mi, me hacia daño, me traicionaba; y cuanto más quería a alguien, cuanto más confiaba en una persona, en que la relación que mantenia acabaría bien, que todo era perfecto, todo se disipaba. Por eso no confio en las personas y tampoco entiendo porque deberían confiar en mi. He llegado a la conclusión de que las personas somos máquinas hechas por y para el placer, para conseguir el bien propio; nos da igual a los que tengamos que dejar en el camino o las mierdas que tengamos que inventar hasta llegar a nuestro propio climax, nos dará igual, llegaremos aunque en esta travesía hagamos daño a muchas personas y, con el tiempo, me he dado cuenta que yo he nacido para quedarme en el camino, para ser de las que llora cada noche, de las que sufre, de las que se preocupa tontamente. Un juguete más arrebatado.
¡Salud y libertad!