Supongo que estoy en edad de pasármelo bien, de no atarme a nada ni a nadie y quizás estas impetuosas ganas de engancharme a alguien y no soltarme me acaben cansando como ya viví en mis tiernos catorce años, demasiado rápida, como me gusta, como siempre.
Y aunque estos planteamientos me los sepa tan bien en frío, luego en caliente es otra cosa, porque aunque "supuestamente" no me quiera atar a nada por mi falta de edad y mi superlativa cantidad de libertad inacabada me duele cuando veo a una pareja por la calle, y siempre me planteo la misma puta pregunta que atormenta a mi cabeza cada noche, cada mañana gris, cada hora perdida mirando a la pared... Ese difícil, duro e inconfundible "¿Y por que yo no?" Que tan grabado llevo en la piel y que enfría la sangre de mis venas desde hace ya algunos años.
También se muy bien que puedo tener ese nudo en mi corazón que solo me deje estar atada a una persona, pero igual que tengo ese nudo también tengo quien lo deshaga, porque frente a mis grandes ganas de encontrarme con mi destino, o mejor, la persona que finalmente me haga creer que el destino existe. Tu, si tu, puedes ser el hombre de mi vida, aquel que llevo esperando sin saberlo tanto tiempo y yo a la que buscas, aunque quizás por otros motivos; me planteo mil y tres infinitas veces si quizás mi destino no sea acabar sola, encontrarte a una mujer mejor que yo (porque hay miles) y dejarte que la disfrutes mientras yo me pudro viva en esta tumba en la que resido desde hace dieciocho años.
¡Salud y libertad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario