martes, 6 de septiembre de 2011

Flotando

Todos los veranos que voy a la playa, cuando me baño me gusta dejar el cuerpo muerto y que el movimiento del mar sea lo único que me recuerde que de una manera u otra sigo atada a este suelo, que la sal, me haga flotar, y sobre todo, que me haga olvidar todo, y me permita que mi cabeza se olvide de todo lo malo, hacerme olvidar que tengo que seguir respirando, seguir aquí.
Me gusta estar totalmente flotando, todo el cuerpo en el agua, los oídos incluso, el ruido desaparece, solo se escuchan pequeñas voces, pequeños gritos lejanos, y entonces cierras los ojos, y piensas, sé que me estoy alejando demasiado de la orilla, pero quizás sea lo mejor para mí, dejarme ir, olvidarme de todo, llegar a otro puerto, a otra orilla, a otra vida, otro país, encontrarme otros problemas, o tan sólo no llegar a ningún sitio, pero...¿De verdad tienes miedo a eso? No es la orilla o a donde podrías llegar lo que te asusta, si no que tu vida se queda allí, quizás leyendo un libro o tomando el sol, abres los ojos, parpadeas un par de veces, ya que el sol te ha estado dando en la cara todo el tiempo, y ves a todas esas personas allí, desconocidos, cada uno con una historia, con sus problemas, virtudes, gustos, aficiones, y piensas que quizás tu vida no sea la mas triste, que no tienes motivos para estar mal, porque tus "problemas" no lo son en comparación con aquel de allí, o aquella de allá...Aunque tu sabes que cuando llegues a la orilla te volverás a preocupar y a estar mal por tus sueños no logrados.
Entonces miras hacia atrás, y ves el mar, infinito, sin fín y es cuando tienes mas claro que decides volver a la arena, allí donde tienes tus problemas, pero también tienes tu vida, tus cosas buenas... Pero antes de volver, ¿Porque no flotar un ratito más?

Salud y libertad.

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