Me sorprendió mucho que en toda la primera tarde no intentaras besarme ni en un segundo. Estaba como el típico niño de siete años horas antes de su fiesta de cumpleaños, suplicándole a su madre que le diera su regalo de cumpleaños, que no esperara más, prometiéndole que aunque no le gustara diría que sí, que pondría buena cara y que al menos jugaría con el juguete una vez a la semana. Pero cuando finalmente lo consigue, cuando quita todos los lazos y el papel de regalo se da cuenta que le su madre le ha regalado una cárcel. Que el regalo es tan sumamente perfecto y le hace tan feliz que el niño es el que es regalado, el juguete jugará con el hasta que finalmente se rompa o se acabe cansando. Da igual, el niño crecerá metido en su carcel hasta que se le quede pequeña, entonces, habrá otra y otra. La vida es así, tan sólo una carcel tras otra.
Tenía la sensación de que todavía teníamos las manos unidas aunque fuera tan sólo por un dedo. Pero ahora ya no. Te has acabado llendo totalmente de mi vida. Quiero que todo vuelva la normalidad. Pero cuando todo esta bien llega alguna puta gilipollez que hace que todo lo que he conseguido vuelva al principio… A que tenga que volver a convencerme de que siempre será igual, que esto no va a avanzar porque siempre quedará alguna puta ráfaga de aire que nos separará y estoy arta de encontrarme siempre con las putas ráfagas de aire y ya no se que hacer para tener al puto viento a mis espaldas, porque siempre está ahí y siempre aparece cuando menos lo necesito, que es cuando estoy a tu lado y no me atrevo a quitar la mirada de tus ojos por el miedo de volver a perderte otra vez.
Como si de un juego de realidad virtual se tratase creo que he llegado a abrazarte, pero desapareces en cuanto me quito el guante… Y esque maldita extraña forma tienes de desaparecer…
Salud y libertad.
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